Hay
momentos en la vida que el descontrol se apodera de nosotros y sentimos
emociones encontradas de tristeza, desaliento, melancolía. Días que sentimos
que todo se derrumba y no atinamos a encontrar una luz en el camino. Todos nos sentimos
algunas veces así. Es en esos momentos cuando más debemos buscar nuestra paz
interna utilizando herramientas que nos
lleven a ese fin. Cuando comencé a practicar la técnica de Ho’oponopono
todo en mi vida comenzó a moverse cual rueda de molino. Memorias dolorosas ancestrales y errores cristalizados
comenzaron a salir a flote. Memorias dolorosas que ni sabemos que teníamos pero
las tenemos ahí, instaladas en nuestro subconsciente. Cuando un problema se
presenta en nuestras vidas es que ya llegó el momento de limpiarlo y
transmutarlo. Es como cuando decidimos hacer una limpieza profunda en nuestra
casa porque está muy sucia. Pero sucede que limpiamos todos los días pero
siempre hay sucios acumulados que se han escondido de nuestra vista pero sabemos
que están allí. Igual pasa con nuestras vidas.
La Metafísica dicen que no
personalicemos la energía que si algo doloroso o problemático viene hay que
transmutarlo en energía pura. Cuando ya entramos en estas enseñanzas por ley de
vibración nos convertimos en focos de luz y los problemas surgirán, incluso los de otras personas vendrán a
nosotros para poder ser liberados. Como dice el axioma “cuando el discípulo
está preparado, aparece el maestro” nada sucede ni antes ni después, sino en el
preciso momento. Los maestros se presentan en forma de nuestros padres, hijos,
amigos, incluso de algún vecino gruñón. Si tenemos el poder de discernir
aprendemos de quien menos creemos. Al cuestionar la conducta de alguien
aprendemos que no queremos tener ese comportamiento. Allí hay una enseñanza y
un maestro. Cuando cometemos un error y nos arrepentimos después, tejiendo en
nuestras mentes todo tipo de conjeturas, ese error se convierte en un maestro o
una enseñanza. Y hacemos el propósito de enmienda prometiéndonos no volver a
cometerlo.
Nancy
Aguilar Quintero
Ciudad de Panamá, 26 de marzo de 2016