viernes, 30 de septiembre de 2016

MIS CREENCIAS



Dicen que se debe escribir lo que sale del alma y del corazón. En estos momentos me siento así. Recapitulando parte de mi experiencia de vida diré que en verdad la aplicación de ciertas enseñanzas le da a uno una perspectiva positiva. Estoy escribiendo en estos momentos lo que siento y quizás no lleve una coherencia.  Me catalogo como alguien que siempre ha estado insatisfecha con lo que  es. Siempre he sido muy dura conmigo misma, me autocritique toda la vida, no me aceptaba porque pensaba que estaba actuando incorrectamente no siguiendo los patrones que mis padres querían.  No aceptaba mi físico, era temida y retraída.  Nunca me acepte como soy porque quería la aprobación de los demás. ¡Pero ojo!  Sabía que había algo más que no entendía ni comprendía en esos momentos y que la vida y las experiencias se han encargado de enseñarme. Esta  búsqueda me ha llevado casi toda la vida. Quizás para eso nací, ya que  todos tenemos que cumplir una misión  No he aprendido fácilmente, todavía lo estoy haciendo y cada día aprendo algo nuevo y eso es bueno en el desarrollo y  consecución de mis metas. Lo que estoy predestinada a ser. Mi búsqueda comenzó desde niña, criada en una familia muy católica. Mi  madre practicante fiel de esas enseñanzas que nos inculcó desde muy pequeños a mí y mis hermanos.  Teníamos que aceptar los preceptos católicos pero sin cuestionarlos. Lo contrario era pecado. Ella nos enseñó lo que a ella le enseñaron sus padres y así la cadena sigue. Gracias a mi suspicacia o no sé cómo lo diría desde mi adolescencia repudie un poco esos dogmas. No completamente pero si en mi fuero interno en lo más profundo de mi corazón no los aceptaba. Uno de los preceptos católicos  que siempre deteste fue la bendita confesión de los pecados. Yo me decía a mí misma ¿Por qué tengo que decirle mis intimidades a una persona que ni conozco? Eso nunca entro en mi cabecita hasta el día de hoy. Como ávida  lectora con el tiempo y las circunstancias de la vida ya en mi edad adulta y con dos hijos conocí la Metafísica. Porque vale decir que desde mi adolescencia hasta ese momento me retire de la vida espiritual. Pero siempre con la duda y el gusanillo de conocer algo más. Ahora sé que primero debo amarme y aceptarme yo primero para después aceptar y amar a  las demás personas. Me he involucrado en muchas enseñanzas espirituales, pero todas conducen a lo mismo. Todas enseñan que hay un Ser Superior, que lo llamamos de diferentes maneras, pero es lo mismo. A ese Ser debemos amarlo y acatar sus leyes, si queremos vivir en plena paz y armonía. “Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”
Nancy Aguilar Quintero  

Ciudad de Panamá, viernes 20 de mayo de 2016