martes, 23 de agosto de 2016

DIVAGANDO ANDO



Una tarde gris, tiempo lluvioso y nublado, pueden propiciar sentimientos y emociones de tristeza y decaimiento.Tantas veces, nosotros los humanos, seres comunes y corrientes, nos sentimos así. Deseamos  en lo posible sacar fuerzas de nuestro interior para darnos ánimos y fortaleza y ayudarnos y ayudar  a nuestros seres amados. Lo primero que debemos hacer (que no es nada fácil) es tratar en lo posible de  no pensar en problemas ni escuchar malas noticias. ¡Esa es la magia!, —pero que a veces resulta difícil poner en práctica. Admiramos a esas personas que ayudan a los demás y que escriben tan bonito, pero ellos también tienen una historia que contar y la mayoría de las veces han pasado por situaciones traumáticas que en un determinado momento los ha despertado y han comenzado su propio proceso interno de sanación.  Las situaciones traumáticas y acontecimientos estresantes aparecen en nuestra vida para  corregir o sanar un error que a veces ni nos acordamos cuando lo cometimos. Son memorias ancestrales o propias que los humanos tenemos y debemos limpiarlas definitivamente para que ya dejen de molestarnos y así poder alcanzar nuestra plenitud como hijos perfectos de un universo perfecto. —¿Cómo sanamos estas memorias? Para empezar, ponernos  metas y cumplirlas. ¡Hacer un compromiso con nosotros y con Dios! Si  lo tenemos como socio  no necesitamos  a nadie más.  Debemos repetir eso constantemente ya que  la  mente funciona y se limpia con repeticiones, hasta aprender la lección. Decretemos nuestra sanidad, y provisión.  —“Yo Soy la resurrección y la vida de todas las cosas buenas y perfectas  que  pueda yo concebir o desear”. Qué debemos  hacer para sentirnos bien?  Primero y principal, como dice el dicho popular, es dejar de pensar en tantas tonterías. ¡Ya basta!  ¡Paremos ya esa cháchara mental! Somos hijos perfectos de Dios y Él nos  ama y acepta como somos, seres humanos con muchas potencialidades que sacar a flote. Estas potencialidades, están escondidas debajo de un montan de basura que nosotros mismos hemos acumulado en el transcurso de todas nuestras vidas. Respira y da “Gracias” todos los días y todo el día, no pensando  en nuestras carencias y limitaciones, sino recordando todo lo bueno que poseemos, por muy insignificante que parezca. De esta manera se multiplicaran las bendiciones. Cuando te sanas a ti mismo, sanas a los demás.  Y no es solo la parte física sino la espiritual. Ambas van unidas y entrelazadas. Cambia esa cara de amargura que a veces tienes y sonríe. Es gratis. Deja críticas, juicios y suposiciones hacia los demás. Todas las personas tienen sus propios problemas y sus historias a veces están plagadas de sinsabores. Solo siente el chaparrón a quien le está cayendo y empapando. Actúa de acuerdo a tus principios. Envía mensajes de aliento y esperanza a tus amigos y conocidos. Y si alguien no responde no le des importancia. A lo mejor en ese momento estaba pasando por una terrible situación  y se le olvido responder. O quizás le llego en el momento que más lo necesitaba. Devuelve bien por mal. Poner la otra mejilla no es aceptar que nos denigren y maltraten, es dar gracias a la Divinidad que te ha puesto a alguien en tu vida para ayudarte y ayudarlo. Nuestros Maestros se nos presentan con diferentes ropajes. De quien menos creemos, aprendemos algo.  Al conectarnos con la Divinidad sanamos errores y creencias falsas.  Envía pensamientos de amor y tolerancia al Universo, y veras que él te lo regresa multiplicado. Demos el primer paso en el sendero de nuestra liberación.  
Nancy Aguilar Quintero

Ciudad de Panamá, miércoles 07 de julio de 2016  

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